Lo siento. De verdad, lo siento. Vuelvo a estar encerrada aquí, donde me confesaste que no podía ser. Me repites lo que quiero oir, me tranquilizo y rompo. Pero pasa el tiempo y tu golpe pierde efecto, asi que, como una boba, como lo que soy, vuelvo a la carga, a que me empujes, a que me agarres la mano y no para llevarme a dar una vuelta, sino para retorcerla. Aún así sigo, necesito algo más fuerte, ese dolor que me haga quedarme en casa, escondida de tus miradas complices, de tus sonrisas cálidas, de los abrazos que te robo... sin embargo, aún en mi espacio, no estoy incomunicada, el móvil está encendido: puedo oir tu voz, cerrar los ojos y dejar que mi cuerpo se estremezca de nuevo, puedo colgar, tirarme en la cama y llorar en silencio. Cuando las lágrimas se conviertan en agujas y se claven en mi cuerpo ya estaré bien, con todo el dolor que puedo soportar para volver a seguir siendo uno más.